Me quedé contemplando hacia el vacío
y sentí en mis ojos unas lágrimas,
pues sabía que nada llegaría
en la espera tan larga y solitaria.
Rafael Sánchez Ortega
la ola dispersa, en el mar de sus ojos
inquieta marejada de congojos
sedimento de sal, cristalizada.
No amanece la flor, en su alborada
vacía las manos, deshoja hinojos
y almacena su pena con cerrojos
confusa sombra, habita su morada.
Mortecina luz que mece su vida,
ciego paisaje, en la ingrata vastedad,
no admite la fragancia de las rosas.
Muda la voz, rechaza el beso oliva
se confina sin gloria , sin voluntad
a desplegar sus manos sudorosas.
Verónica ©
21.09.10
PD: Estaré ausente un par de días,
luego les visitare.