Peregrina sin rumbo, nómada del desierto
errante sin trayecto, en el mar de tus sargazos,
viajera tenaz, pertinaz en su desacierto
buscando el cántaro, en el arroyo de tu abrazo .
Libé y fenecí en la fuente de tu antipatía.
baldío corazón indolente, infecundo, árido
me venci y caí en el palmeral de tu apatía
desamparada mi alma y mi cuerpo maltratado.
Ya no quedan páramos, ni ríos de indulgencia
las sombras rigieron el ocaso, y en la aurora,
deshidratada, bebí la gran indiferencia
y, engarzada quedé en tu sonrisa malhechora. . .
Hace 8 meses