Dos jóvenes encinas hacen sombra a su lecho
mientras el viento sopla sus últimos gemidos
agoniza la tarde, ella llora bajo su techo
con sus lágrimas secas, muriendo sus latidos.
Entre rosas y dalias, se duermen los helechos
la quietud se apodera y los cuervos hacen nidos
el verde y su esperanza, rebozan su maltrecho
corazón, surge el canto, en su boca sin sonidos.
La quietud y el silencio, son sombras al acecho
mas ella, conmovida, por los días vividos,
se refugia en el campo, recordando aquel hecho
matando su presente en destinos invertidos.
Mar adentro navega, ahogando su despecho
luchando día y noche por sus seres queridos
aunque camine por sendas y caminos estrechos
velará el eterno recuerdo del que se ha ido.
Verónica©
14.11.11