Solo...


Solo, acuna la sombra de su faz
dilatada, en las paredes del cuarto,
sus ojeras, se arrastran, busca paz,
en el laberinto de su antecuarto.

No sabe de rosas, mano rapáz,
repta entre delirios con sus infartos,
ronco de clamar, con su voz faláz,
deshidratado, perece en su parto.

Serpentea su canto en los infiernos,
su alma se perfila ardida entre brasas ,
conjura, en el llanto de sus avernos.

Ya no más torturas con sus inviernos,
el calor a regresado a las casas
germina el beso, de los sempiternos.

Verónica ©

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La tarde

Veía la tarde caer,
sus pupilas a maltraer,
miraba las olas morir
con su inconexo plañir.

La noche abrazó su pesar
al filo de su despertar,
su lágrima enjugó en la mar ,
labró su sueño sin sangrar.

Atrás ya quedó la tristeza
a la que ciñó con pereza,
llegó el canto con gentileza
y el río, sonrió con fineza.


Veronica ©